6/12/12

NO EXISTE NADA







No existe en mi cerebro, una sola neurona que no esté alineada a tu servicio, las que no lo estaban, murieron y quizá de ahí venga mi despiste; una teoría muy personal no comprobada científicamente. No hay un minuto, ni uno solo, que se le escape a una de mis 24 horas, que no esté impregnado de ti.

No hay un bello paisaje o una linda vista, que mis ojos miren y que con ello recree tu rostro en ellos, que he de comer, de beber, dormir, sentir, disfrutar, desear que a tu lado no pueda disfrutar, nada. La nada, toma cuerpo en esto, una ausencia tuya es como la falta de un pistón, en un gigantesco motor de avión.

Mis pasiones no se alimentan nada más que de las tuyas; mi lujuria ya no arranca si no es contigo. Mi amor se derrama nada mas en tus suaves y tiernos pétalos; mis labios cobran vida humedecidos por los tuyos; mis ojos se tornan de un verde esmeralda, cuando contemplo tu desnudes; y,  mi boca se vuelve la de un niño cuando miro tus pozos que me saben a miel… de los que he jurado me alimentare siempre.

Si tomo tu mano entro fácilmente en otra dimensión,  porque fluye la energía. Me sabes a miel; me sabes a canela; me sabes a frondosas rosas rojas; me sabes a vida; me sabes a licor embriagante y seductor.

Hueles a néctar del bosque, a fragancia esotérica… una alquimia natural hay en ti; sabes, extraño tanto esa alquimia en mis manos... extraño arrullarme en pasionales noches de tu ser, desdoblo mi ser y me adormece tu mirada. Me gusta acariciar mi rostro en tu pelo negro, me pierdo al norte, al este, al oeste y al sur...no existe teoría alguna que me haga dejar de amarte con disciplina y con rito.

No hay ni frente a mi , ni a mi espalda, ni escondido, ni en el horizonte, flor alguna que haga ver más opaca a mi pequeña rosa roja; ella tan decorosa, tan rebelde, centelleante, explosiva… la carcomen sus impulsos; pero yo la amo cada día un poco más… aunque a veces, deba herirme las manos con sus espinas, no existe otro yo…por lo tanto, sé que nadie más querrá herirse las manos con sus espinas y aun así, amarla y seguirla cuidando, como la joya que es… como lo dijo alguien en algún momento: «quién quiera la joya…»  y, yo la quiero me dije un día. 

Yo la amo, y la amaré por siempre.


ALEXEY GUBARR
gubarr@yahoo.com.mx

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