NO EXISTE NADA
No existe en mi cerebro, una sola
neurona que no esté alineada a tu servicio, las que no lo estaban, murieron
y quizá de ahí venga mi despiste; una teoría muy
personal no comprobada científicamente. No hay un minuto, ni uno solo, que
se le escape a una de mis 24 horas, que no esté impregnado de ti.
No hay un bello paisaje o una
linda vista, que mis ojos miren y que con ello recree tu rostro en ellos, que
he de comer, de beber, dormir, sentir, disfrutar, desear que a tu lado no pueda
disfrutar, nada. La nada, toma cuerpo en esto, una ausencia tuya es como la
falta de un pistón, en un gigantesco motor de avión.
Mis pasiones no se alimentan nada
más que de las tuyas; mi lujuria ya no arranca si no es contigo. Mi amor se
derrama nada mas en tus suaves y tiernos pétalos; mis labios cobran vida
humedecidos por los tuyos; mis ojos se tornan de un verde esmeralda,
cuando contemplo tu desnudes; y,
mi boca se vuelve la de un niño cuando miro tus pozos que me saben a
miel… de los que he jurado me alimentare siempre.
Si tomo tu mano
entro fácilmente en otra dimensión, porque fluye
la energía. Me sabes a miel; me sabes a canela; me sabes a frondosas rosas
rojas; me sabes a vida; me sabes a licor embriagante y seductor.
Hueles a néctar del
bosque, a fragancia esotérica… una alquimia natural hay en ti; sabes,
extraño tanto esa alquimia en mis manos... extraño arrullarme en pasionales
noches de tu ser, desdoblo mi ser y me adormece tu mirada. Me gusta acariciar
mi rostro en tu pelo negro, me pierdo al norte, al este, al oeste y al sur...no
existe teoría alguna que me haga dejar de amarte con disciplina y con
rito.
No hay ni frente a mi , ni
a mi espalda, ni escondido, ni en el horizonte, flor alguna que haga ver más
opaca a mi pequeña rosa roja; ella tan decorosa, tan
rebelde, centelleante, explosiva… la carcomen sus impulsos; pero yo la amo
cada día un poco más… aunque a veces, deba herirme las manos con sus
espinas, no existe otro yo…por lo tanto, sé que nadie más querrá herirse
las manos con sus espinas y aun así, amarla y seguirla cuidando, como
la joya que es… como lo dijo alguien en algún momento: «quién quiera la joya…» y, yo la
quiero me dije un día.
Yo la amo, y la amaré por
siempre.
ALEXEY GUBARR
gubarr@yahoo.com.mx
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