Aquí ya no cantan las auroras en las noches sus murmullos autóctonos de deceso terrenal. ¿Dónde anidan las lechuzas? Pues ya ni sus vuelos nocturnos de misticismo puedo ver; los crisantemos se encogieron de tristeza, las rosas florecen con desgano y un espantapájaros se ha quedado solito a conversar con los cuervos se le olvido que debía espantarlos, se comieron el maizal con turbulento frenesí, los pericos anidaron bajo la mirada congelada de Atlacatl, entre vigas y concreto.
Yo pensaba para mí en un fauno guardián, pobre loco me susurraba mi mente, yo coloque cuatro mojones bien grandes y cuadrados y me sentí culpable. Perdón mi señora naturaleza, perdón, nos amamantamos de ti hasta consumirte, tus labios se secaron hasta ya casi no humedecer, aun asi nosotros los que habitamos esta tierra como pícaros sinvergüenzas, te proponemos matrimonio. Para que nos des otro espacio pa, rendirle culto al ladrillo y al concreto.
ALEXEY GUBARR
gubarr@yahoo.com.mx
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